Parece un chiste, pero es anécdota. El famoso acordeonista panameño, Samy Sandoval, recordó hoy una parte de su niñez que ahora le da risa.
Mientras conducía, Iraida, su esposa, le quiso hacer una pregunta sobre su niñez: “tu cuando estabas chiquito me imagino que todo el mundo siempre sueña con ser grande en altura ¿tú también?”
Entonces Samy le contesta: “cómo no, yo me medía todos los días”.
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Su esposa le preguntó si pensaba que iba a ser grandotote a lo que Samy confiesa que él sí quería, pero estaba claro de que se estaba quedando chiquito: “yo, uyyy qué pasa, yo era casi el más chiquito de todos mis compañeros, había uno que me ganaba”.
El consuelo no era tanto porque la diferencia era apenas imperceptible, estaban casi igualitos: “estábamos ahí dame que te doy”.
Iraida me preguntó qué hizo cuando ya se dio cuenta de que no iba a crecer mucho: “chuzo, nada, me tuve que resignar”.
Recuerda que para el tiempo de los desfiles patrios y venía la parte en la que escogían el orden, él levantaba todo el pechito para verse más alto y no quedar de último en la cola, pero que va: “que va, y yo tenía toda la pared rallá y que va, no crezco mucho nada y los primos míos creciendo y yo ahí chiquito”, dijo sonriendo.
Al final vino la resignación total en su adolescencia: “Yo esperando a que ocurriera un milagro y nada”.